Por la farmacia estuviste
a punto de hallar la muerte
esta vez tuviste suerte
pues la vida no perdiste.
Son tres los que te vigilan
cada paso y movimiento
no podrás estar contento
al saber que otros te miran.
Por la mañana y la tarde
al mediodía y la noche
caminando y desde un coche
te observan que eres cobarde.
Saben todo de tu andar
sólo esperan el momento
cuando presientas el viento
la hoja ha de cercenar.
En tu charco quedarás
de sangre roja en el suelo
y las nubes y su vuelo
poco tiempo las verás.
Y la luz irse apagando
nunca podrá impedir
que los tres con su reír
vean que estas terminando.
Pero ya no sufrirás
será sólo en una hora
que tu alma al Diablo implora
y luego te morirás.
Orlando Francisco Menéndez
Martes 13 de enero de 2009