Gregorio Menéndez, mi padre.
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Lustro ya tres veces dolencia en el pecho,
angustia y congoja en mi zozobrar.
Con sufrir de alma ya mi ser sin ente
sólo espera solo, sincero y sin ser.
Gregario egregio sin íntegra intriga
de allende Alonso que nos dejó aquí.
Y este argento valle bañado de playas
al final de cuentas mira nuestro fin.