Gregorio Menéndez, mi padre.
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Lustro ya tres veces dolencia en el pecho,
angustia y congoja en mi zozobrar.
Con sufrir de alma ya mi ser sin ente
sólo espera solo, sincero y sin ser.
Gregario egregio sin íntegra intriga
de allende Alonso que nos dejó aquí.
Y este argento valle bañado de playas
al final de cuentas mira nuestro fin.
Orlando, querido amigo:
ResponderEliminarMe gusta tu Gregario… nostálgico recuerdo escrito. Homenaje de cariño que rindes a tus ancestros con sincero orgullo.
Te abrazo con el corazón.
Isabel
Muchísimas gracias, querida amiga Isabel. Y gracias por tu sincero abrazo al que respondo de igual manera. Y un beso grande.
ResponderEliminarOrlando
Palabras bien unidas que dan belleza al texto, aunque en mi sorbo de café queda un sabor de angustia...
ResponderEliminarNo es malo ser gregario, ni triste, ni debe ser analizado (como lo estoy haciendo...)
¡Me gusta mucho la manera en que transmitís tus sentimientos!
Un beso!
Susana: Me gustó mucho tu comentario, así, analizado. Muchas gracias...
ResponderEliminarQuerida colega y amiga, Isabel:
ResponderEliminarEl nombre de mi padre y la palabra “gregario”, que conlleva significado en esta poesía, constituyen una obvia paronomasia. Por eso, varias veces dudé qué título ponerle y pero la publiqué como “GREGARIO”.
No obstante, cada vez que la leo me surge duda sobre su título y vuelvo a cambiarlo.
Al momento de tu atento comentario en mi blog, llevaba ese título al que bien te referiste.
Mi agradecimiento y cariñoso saludo.