La tarde cedió a la noche,
la noche a las luminarias,
y mi sentir a las varias
voces simples sin derroche.
Insulsos brotan estilos
carentes de inspiración,
en horas de evocación,
enhebrados sin los hilos.
Inconsciente y maquinal,
inerte vacuo y privado
de humanidad he quedado
automático animal.
Igual surge la poesía
sin espíritu sentido,
por corazón fallecido,
con rima muerta y vacía.
© Orlando F. Menéndez