No fue sólo ayer; —introspección—
hoy también me derramo en lágrimas
al alcanzar el comienzo del final
torpe e inclemente,
lento e implacable.
Por las mejillas se escurre mi alma
derretida, lánguida y débil.
Ya no hay musas en mi corazón
ni en
aromas de mis aires con café
ni en sabores por mi boca.
¡Ay, ay...! ¡No...!
Ya no hay musas.
ni en sabores por mi boca.
¡Ay, ay...! ¡No...!
Ya no hay musas.
© Orlando F. Menéndez
8 de Abril de 2013