Despiadada la tormenta arremetía
y crujiendo los cimientos de madera
me acurruco con el miedo en la catrera
en las sombras de temores que sentía.
El torrente de aguacero que arreciaba
tan violento y agrediéndome con saña
con el frío lastimándome la entraña
y Morfeo —criminal— no me soltaba.
Orlando F. Menéndez
14/09/2008 21:17
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