¿Quién bajó la persiana del día
envolviéndome en esta oscuridad?
¿Quién aumentó el volumen para ahogar
los gritos del malvado silencio?
¿Quién permitió que los meses y los años se alejaran
llevándose acaso de la nada
ilusiones y sueños o fracasos?
¿Quién no pudo traerme con mis pasos,
ni siquiera de la vida, los retazos?
¿Quién? –me dije, –¡¿Quién?!
¡Yo! –me respondí...,
pues no hay duda; yo soy “quién”
Orlando Francisco Menéndez
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