Y que me muero muriendo
en el encierro encerrado
por ese miedo temiendo
esta quietud de mi estado.
Porque no tengo deseos
ni de amar cuánto yo amara
ni estar viendo lo que veo
ni desear lo que deseara.
Y ya no miro al mirar
porque en el ver estoy viendo
y me pierdo en el buscar
la salida al ir saliendo.
Pues al salir de esa vida
la vida se me está yendo
que no pretendo salida
si al vivir no estoy viviendo.
Y sin pensar lo que pienso
porque viviendo es que muero
la intensidad de lo intenso
me recuerda el agujero.
Ese agujero en la sien
del sucedido suceso
que se sucede uno en cien
por un suicidio el deceso.
Y fue en esa sien derecha
pues derecha fue su mano
con que escribió esa endecha
de padre bueno y hermano.
Que la vida insatisfecha
presentándose irreal
y resultando deshecha
no satisfizo ideal.
De deshacer la esperanza
sin esperar rehacerse
porque ni el tiempo le alcanza
por ya vencido vencerse.
Y habitualmente aislado
desalentado y sufriendo
de reclusión habituado
yo expiro aquí, pereciendo.
© Orlando F. Menéndez
01/12/2008 10:20
Sucedió el día 27 de julio de 1977
en la calle Lafinur, Ramos Mejía.
Gracias, Orlando . Qué bueno! Bien tramado el poema.
ResponderEliminarUn abrazo.
Orlando;
ResponderEliminarPoema extenso pero tan bien estructurado que me gustó mucho a pesar del dramatismo de su contexto. No sólo la Madrugada y yo te extrañamos, también la Poesía. Besos con mucho, muchísimo cariño y añoranzas...