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2008/03/06
“¡POR QUÉ TUVE ESE DESTINO!”
Su amiga, de manera inteligente
le señala paradoja en su pregunta
que el conflicto claro se trasunta:
“Comprender la mismísima existencia.”
Cansado y ya sin nada de paciencia,
solo su furia incontenible apunta.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
No es ese el camino, amigo mío
de encontrar lo que quieres en respuesta,
la creación de Jehová es manifiesta
y se que no lo duda tu conciencia
es coraza tan solo tu apariencia
con que cubres tu estrella tan funesta.
Debe ser muy doloroso eso que sientes
si pudiera trataría de ayudarte.
Que tan joven hubiste de encontrarte
con terrible desdicha y triste sino
gritando: “¡por qué tuve ese destino!”
buscando a quien pudiera explicarte . . .
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Orlando Francisco Menéndez
06 de marzo de 2008
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Me encantan los alejandrinos, vaya versos que has hecho para tu amiga.
ResponderEliminarMe gusta la picardía en tu poesía, es agradable leerte.
Saludos.
Roy Dávatoc
Gracias Roy Dávatoc, por tus palabras. Demuestran que la poesía te gustó.
ResponderEliminarEsta poesía que no reune las condiciones de métrica de los alejandrinos, la hice para un amigo, y por eso no hay picardía aquí.
Orlando