Es el tiempo del adiós;
estoy cambiando mi vida.
Ya no quiero tus amores
pues resultan sinsabores
de una existencia perdida.
Hoy yo cambio y soy mejor
al darte esta despedida,
pues mejor que tu maldad
resulta la soledad
sin mi pasión más sentida.
. . . . . . . . .
No supo qué necesito;
no entendió cómo es mi esencia
quise gozo y efusión;
y al tomar la decisión,
ejecuté la sentencia.
Por fin yo logré cambiar,
hoy mi vida es admirable
estoy conmigo, mi calma
y amistades de mi alma
de ternura perdurable.
Orlando Francisco Menéndez
28/06/2008, 16:30 Argentina
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